sábado, 29 de mayo de 2010

Sueños que no se van con la noche


Fernando Arredondo

Agustina tiene 8 años y es hija de mis vecinos. El miércoles, a la noche, su hermanita Emilia, de 3 tuvo un accidente doméstico. Entre las dos habían improvisado un “tobogán” con un colchón, para lanzarse desde arriba de la cucheta al piso. Una travesura de esas a las que el vigor de la niñez predispone.
En su primer intento acrobático, Emilia se estrelló con su cara, de frente, contra el suelo. Todo ocurrió en tan solo unos pocos minutos, no más de cinco, según coincidieron Hernán y Gabriela, los padres de las nenas, al relatarme lo que pasó. Ellos tuvieron que salir de urgencia en su auto hacia el hospital con Emilia. Los médicos la vieron y determinaron que por suerte no se trataba de nada grave: tan solo una lesión en el tabique, que requerirá a lo sumo de una mínima intervención. Pudo ser mucho peor.
Cuando Hernán y Gabriela marcharon presurosos hacia el sanatorio, nos pidieron a mi novia y a mí que cuidemos de Agustina.
Sin quererlo, en el tiempo que estuvo en casa esperando que sus padres y Emilia retornen, y luego de una larga charla en la que, entre otras cosas, nos contó detalles del accidente y su rol en el mismo, Agustina nos dio una lección sobre consumo y utilización de medios de comunicación. Como ya era tarde, había que pasar el tiempo y no sabíamos por cuánto se iba a extender la situación, le dejamos la tele y la computadora a su disposición. Nunca nos pidió que prendamos la primera, si en cambio la segunda (primer elemento a tener en cuenta). No tuvimos que indicarle nada, su única pregunta fue: “¿ustedes tienen internet?”. Le dijimos que si, y ella empezó a operar.
Nunca vi a nadie manejar con tanta destreza la lista de sugerencias de Google (la que se despliega en el formulario de búsqueda). Como con cada letra que uno introduce la lista se va modificando, ella jugaba hasta encontrar lo que estaba buscando. Y lo encontró: era un video en YouTube de Selena Gómez, una pop star norteamericana de 17 años –que yo desconocía por supuesto– autora de hits como Magic y Naturally. “También actúa en Los Hechiceros de Waverly Place”, me añadió Agustina con un inglés muy claro al pronunciar “Waverly Place”. Quería borrar la ignorancia de mi rostro respecto de Selena, pero fue en vano. Le pregunté cómo había conocido a la artista, y me explicó que fue a través la serie en cuestión, una de las tantas producciones de Disney. A su obra musical la sigue por Internet, me aclaró. Frente a esa dualidad le pregunté si prefería la tele o internet y me dijo sin dudar “internet”. “¿Por qué?”, quise saber. “Porque podés elegir qué ver”, me respondió. Y por si la cosa no me quedaba del todo clara me agregó lo siguiente, con gran contundencia: “además después de mirar noticieros, tengo pesadillas con ladrones”. Nos miramos con Mariela y nos quedamos en silencio. Pensé en la cantidad de informes de tevé que se producen sobre el mal uso que los chicos hacen de internet. Y pensé también en que nunca vi un informe sobre el mal uso que los grandes hacemos de la tevé.
Agustina siguió con la compu un rato más, en la página de Minijuegos (muy popular entre los chicos, ya lo vi con un sobrino), hasta que se fue a dormir, casi a la medianoche. Cerca de las 2, sus padres y Emilia volvieron, por suerte con buenas noticias. Luego de despedirlos, me quedé pensando en Agustina y sus sueños, y en que ojalá nunca vuelva a tener una pesadilla con ladrones.

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