miércoles, 25 de mayo de 2011

Lapidaciones



(A este texto lo publiqué el 23 de abril en diario UNO. A propósito de lo que ha sucedido con Juana Viale y su embarazo, lo cuelgo acá ahora)

Fernando Arredondo

En Occidente hace años nos espantamos con las noticias que regularmente llegan desde países musulmanes que dan cuenta de mujeres condenadas a morir apedreadas por haber cometido adulterio o haber mantenido relaciones amorosas con quién su familia no les permitía.
La organización Amnistía Internacional, una de las más prestigiosas y reconocidas en materia de defensa de los Derechos Humanos, informa que en Irán, desde 1984 a la actualidad se han contabilizado 77 ejecuciones de mujeres por lapidación, permitidas por la legislación instaurada en ese país desde la Revolución Islámica de 1979. Se sospecha que la cifra es aún mayor ya que no se tiene registro de lo que ha sucedido desde el establecimiento del régimen teocrático hasta 1984.
Al amparo conceptual de la Sharia o ley musulmana, en Irán y otros países árabes se aplican castigos contra lo que se consideran desviaciones de la conducta. Precisamente sharia se traduce como el “camino al manantial”. El que se aparta, tiene su merecido.
Hombres y mujeres son pasibles de terminar condenados, pero en lo concreto hay claros desniveles que terminan favoreciendo a los hombres y perjudicando a las mujeres. Por ejemplo, las personas de ambos sexos reciben condenas por adulterio, pero a los hombres se les permite tener hasta cuatro esposas permanentes y un ilimitado número de esposas temporales. Las mujeres, en cambio, solo pueden tener un solo esposo a la vez. Otro punto a tener en cuenta es que los maridos son libres de elegir el momento para divorciarse; las mujeres no.
El sesgo masculino de la legislación se hace más notorio en el punto mismo de la ejecución por lapidación. Los hombres tienen derecho a ser enterrados hasta la cintura para recibir la lluvia de piedras que puede terminar con sus vidas. Las mujeres en cambio, hasta el pecho. La diferencia no es menor: si el condenado o condenada logra escapar del hoyo, no puede volver a ser introducido en él ni recibir una nueva condena por el delito cometido. No es muy difícil entrever quien tiene más posibilidades de escapar del temido hueco.
Hay que admitir que no es patrimonio de árabes y musulmanes esa apropiación del cuerpo femenino para el coito y su eliminación. Basta recordar el pasaje bíblico cuando escribas y fariseos le llevan a Jesús al Monte de los Olivos, donde estaba con sus seguidores, una mujer adúltera para que opine se había que lapidarla como indicaba la Ley de Moisés o no. En realidad era una treta para poner en aprietos a Jesús, quien debía dar una respuesta que no contradijera su prédica del perdón ante sus fieles y tampoco fuera contra la ley sagrada. El Evangelio según San Juan en su capítulo 8 relata que Jesús se inclinó y empezó a escribir en el suelo. Escribas y fariseos, añade el texto, seguían ansiosos porque pise el palito, sin esperarse jamás la salida verbal de Jesús. Dice el pasaje: “Como insistían se enderezó y les dijo: El que no tenga pecado que arroje la primera piedra. E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo. Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos”.
En Occidente, 2.000 años después, no se cometen semejantes bestialidades frente a las conductas consideradas desviadas. Hay pulcritud y los dispositivos tecnológicos han perfeccionado los métodos. Hoy basta con un click en el mouse o con cambiar de canal con el control remoto para una lapidación digital. Algo de esto hay en el velado y a la vez explícito juicio social sobre Juanita Viale, embarazada y prodigándose amor con Martín Lousteau en la vía pública.

domingo, 8 de mayo de 2011

Mensaje imperial renovado y High Tech

Fernando Arredondo



El gobierno norteamericano hasta el momento ha sido muy cuidadoso sobre el mensaje que quiere dar al mundo con la ejecución de Osama Bin Laden, un hecho histórico que marca en lo geopolítico el fin del primer decenio del Siglo XXI e inaugura el segundo. Más allá de los huecos y oscuridades que parecen rodear todo el manejo informativo al respecto del caso, la puntillosidad en la selección de lo que se debe dar a conocer públicamente (implícita o taxativamente) se trasluce en las imágenes que Washington ha habilitado sobre lo ocurrido el domingo pasado.
Primero se difundieron fotos del exterior de la casa donde tropas especiales norteamericanas ejecutaron al líder talibán en la ciudad paquistaní de Abbottabad. Luego dieron a conocer un video de calidad amateur del interior del complejo que supuestamente habitaba Bin Laden, donde se alcanzan a ver camas y pisos manchados con sangre como consecuencia de una aparente masacre. Lo más aproximado a lo que pudo haber ocurrido en la residencia se mostró a mediados de la semana, con las fotos de algunos custodios muertos, yaciendo sobre charcos de sangre aun fresca.
Pero ninguna de esas imágenes tiene el mensaje que sí posee otra, difundida abiertamente por la Casa Blanca, en la que se ve al presidente Barack Obama, al vice Joe Biden, a la secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton y a la cúpula de las fuerzas de seguridad del país observando algo que el cuadro no incluye, pero que sería una pantalla por donde estarían monitoreando en vivo y en directo la ejecución de Osama. Esta foto, tomada por Pete Souza, fotógrafo oficial del gobierno norteamericano, fue colgada en la cuenta que la Casa Blanca posee en Flickr, un popular sitio de internet alrededor del cual se ha conformado una amplia comunidad on line que comparte, almacena, vende o busca fotografías. El miércoles la foto en cuestión ya había alcanzado el récord de visualizaciones de ese servicio: 3,6 millones de visitas, según publicó el portal del diario español ABC en su sección Tecnología. Lo significativo de lo que se alcanza a ver en la foto son los rostros de Obama y Clinton frente a lo que están observando. Pero más potente que eso incluso, es lo que queda fuera del cuadro. Wired , revista norteamericana especializada en nuevas tecnologías cuyo sitio web es referencia en la materia, indicó que Obama y sus colaboradores siguieron todo lo ocurrido mediante una cámara especialmente montada en el casco de uno de los soldados que entró en la mansión, que transmite imágenes por wi fi. Otro de los datos que Wired revela, citando a una fuente militar anónima, es que los soldados lograron confirmar que el ejecutado efectivamente era Bin Laden mediante la utilización del SEEK, sigla en inglés de Kit de Inscripción Electrónica Segura. Se trata de un dispositivo móvil que pesa tan solo 1,7 kilos, y que “es capaz de escanear el iris del ojo, tomar huellas digitales, realizar reconocimiento facial y enviar en segundos la información a una base de datos como la del FBI en Estados Unidos”, donde se corroboran los datos a una velocidad similar.
Todo esto se suma a que mediante imágenes satelitales (seguramente mucho más fidedignas que las que conocemos del Google Earth o Google Maps) el Pentágono habría logrado reproducir la casa de Bin Laden y permitir que sus soldados se entrenaran durante mucho tiempo hasta lograr el plan perfecto que les permitiera acabar con el terrorista con eficiencia. Además, para la operación se habrían utilizado unos helicópteros desconocidos hasta el momento, que entre otras virtudes poseen la de ser silenciosos. Uno de ellos fue incinerado por los mismos marines luego de protagonizar un accidente cuando abandonaban el complejo de Bin Laden. La intención fue no dejar semejante joya de la tecnología bélica en manos indebidas.
Si todo esto ha sido verdad (dudar de cualquier historia oficial siempre es conveniente), EEUU le estaría diciendo al mundo, entre otras varias cosas, una más que inquietantes y es que ya no necesita de poderosas armas para terminar con sus enemigos. Su desarrollo tecnológico a esta altura le permite cumplir la tarea con una precisión quirúrgica, propia de las más arriesgadas elucubraciones de la ciencia ficción.