viernes, 6 de agosto de 2010

Una tapa contra 92.000 documentos secretos


Fernando Arredondo

La foto de una joven afgana mutilada por talibanes en la portada de una revista prestigiosa, en un rincón. Enfrente, los 92.000 documentos secretos de la guerra de Afganistán que una página de internet reveló, causando gran revuelo al ventilar masacres cometidas por las tropas ocupantes y gruesas fallas en la estrategia bélica.
Es la última gran batalla mediática y global, librada en la última quincena, en la que se sintetizaron y expresaron dos opciones irreconciliables: que Barack Obama determine el final (casi una claudicación) de las operaciones en los dominios talibanes o que ratifique que sus tropas sigan allí.
A la hora de poner nombres propios hay que decir que la chica de la impresionante foto de la última edición de la revista Time es Bibi Aisha, tiene 18 años y fue brutalmente atacada por talibanes que le arrancaron su nariz y orejas, como castigo por haber abandonado la casa de su esposo, de quien escapó por los maltratos que, según dijo, tanto él como su suegro le proferían. Ella había sido obligada a casarse a los 13 años para saldar el asesinato cometido por un primo de su padre.
Su propio marido fue precisamente quien tras encontrarla luego de la fuga, con ayuda de un familiar, mutiló a Bibi con un cuchillo y la dejó tirada en medio de la desolación de una zona montañosa del centro del país, en Orzugan. La joven se salvó de milagro, fue rescatada y hoy vive bajo el amparo de la ONG Woman for Afghan Women, mediante la cual conseguirá que le reconstruyan el rostro y una nueva vida, esta vez en EEUU.
El título que acompañaba la foto decía: “What happens if we leave Afganistán” (¿Qué pasa si abandonamos Afganistán?). Woman for Afghan Woman dijeron “estar felices” por la portada porque gracias a ella el tema de la violencia del regimen taliban contra las mujeres volvió a ponerse sobre el tapete. Sin embargo, hay musulmanas que han subrayado en el foro de internet Muslima Media Watch que en realidad los ocupantes norteamericanos utilizan la bandera de “salvar a las mujeres” como parte de la retórica para justificar la invasión, pero que no han tenido empacho en trabar alianzas con cualquier misógino a la hora de alcanzar objetivos.
Lo cierto es que la tapa de alto impacto de Time fue posterior (en cuestión de días) a la difusión que hizo el sitio Wikileaks, en una operación conjunta con los diarios The New York Times, el londinense The Guardian y la revista alemana Der Spiegel, de miles de expedientes militares secretos, filtrados por Bradley Manning, un soldado/hacker norteamericano de 22 años. El portal en cuestión tiene sede en Suecia y es gestionado por el periodista australiano Julian Assange. El sitio –que por ahora no tiene fines de lucro declarados oficialmente–, lanzado en 2006, se basa en la “tecnología wiki”, que permite una elaboración colectiva. Lo más conocida bajo esos parámetros es la popular Wikipedia.
Entre los contenidos de los documentos se destacan las masacres de civiles cometidas por los militares norteamericanos cuando iban a la caza de talibanes. También se dio a conocer algo que EEUU no había admitido: que los talibanes atacan con sofisticados misiles provistos por la mismísima CIA –la principal agencia de inteligencia norteamericana– a los mujaidines cuando estos peleaban contra los rusos en los años 80. Además los documentos permitieron conocer que los servicios de inteligencia pakistaníes colaboran con los talibanes, lo que deja en ridículo la ayuda de más de 1.000 millones dólares que Washington le ha enviado desde 2001 a Pakistán, supuesto aliado en la guerra global contra el terrorismo. Assange reveló que Wikileaks tiene aún 15.000 documentos por publicar. El Pentágono salió a pedir el jueves que no los difunda, y que se los entregue.
La confrontación entre la impopularidad de una guerra y la necesidad geopolítica de permanecer en Afganistán libran una dura batalla ante la opinión pública. Sus consecuencias, por ahora, son imprevisibles.

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